Yesenia




Hoy soñé contigo, siempre que lo hago despierto con una sensación de abandono que no siento con nadie más.

¿Cuánto tenemos de conocernos? no recuerdo con exactitud pero si sé que son más de veinte años. Veinte años ¿te das cuenta? mi familia y yo íbamos llegando a esa casa blanca que nunca me gustó, tú vivías a 2 casas, éramos unas pulgas, más pequeñas que en la foto ¿recuerdas ese día? era la primavera del 91, Dani tenía un año y tu no querías disfrazarte, siempre fuiste contra la corriente, fuiste una abejita muy coqueta.

Recuerdo que eramos muy unidas antes de la primaría, pero a penas ingresamos a primero y cada quien dio por su lado, aunque nuestras mamás siempre fueron amigas. ¿Recuerdas la tranquiza que nos dimos en cuarto año, aquella que se terminó con una patada en la espinilla que me hizo soltar el llanto? siempre fui la chillona, tú eras -eres- la fuerte, la valiente, la que no le tenía miedo a nada más que a llegar a casa y encontrar enojada a tu mamá, eso lo recuerdo y no tiene nada de malo ¿verdad?.

Después vino la secundaria y ahí encontraste lo que venías buscando, amigos y amor; eras una rompecorazones, nunca olvidaré los recreos, se te veía tan contenta, tan segura... lo malo vendría después. Todo ese tiempo estuvimos cerca, unidas por algún lazo invisible del que sabíamos su existencia sin rendirle homenaje. Eramos muy libres, era una amistad en donde no importaba qué pasase o cuanto tiempo pasara sin vernos, Yesenia sentía a Cinthya y ella a Yesenia.

Llegó la prepa y con ella la separación, tu tomaste la decisión de estudiar medicina por tu tía Yola y yo... yo qué iba a saber de decisiones, mi mundo se había caído con la partida de mamá y solo quería hundirme en un pozo infinito. El bachilleres fue un escondite, un pequeño refugio a todo aquello, pero la separación no rompió el lazo, teníamos ya más de 10 años juntas y eso debía significar algo. Buscabas la ocasión para llevarme a comer una gordita con mucho chile, unas papas fritas nadando en salsa valentina y limón o unos tacos con don David, para lo que teníamos que juntar hasta la última moneda disponible:

- ¿cuánto tenemos? - decía alguna
- nos quedan 10 pesos - respondía la otra
- nos alcanza para otros dos - concluíamos.

Vimos películas en tu casa, fuimos al centro, al mercado, a donde nuestros 17 años nos dejaran...llegué mareada de sidra y con un pingüino como pastel al último cumpleaños que pasé contigo, un mole en tu casa si no mal recuerdo.

Y bueno, hasta que llegó la noticia: Mexicali. Nunca te pregunté que sentiste cuando lo supiste ¿qué sentiste? porque tú sabes cómo me puse yo, quería escapar y no volver a ver a mi padre, a nadie. Fuiste cómplice en la fiesta de despedida, junto a Daniela, estuviste conmigo en el último día en la ciudad, no fuiste a despedirme a la central, sabía por qué, yo también lloré mucho.

Ya después el tiempo y mi trabajo en una zapatería me permitió ir a verte, comer tus esquitez, ir al centro, a los elotes de la calle Victoria, al cine, dormirnos platicándonos los sueños y los miedos. Esa vez si me despediste en la central, hechas un mar de lágrimas y con la incertidumbre de nuestra próxima reunión. Dos años después aquí, muriéndote de calor. Siempre recordaré con mucha risa lo que pensaste cuando bajaste del avión! Me sentí tan mal de lo mal que te sentías... nos fuimos a Tijuana a descansar al menos un día del sol, nos enojamos...¿recuerdas? siempre hemos estado del chongo, pero eso es parte de lo que somos, de lo que nos une.
Te extraño, no me perdono no haber estado contigo cuando Don Luis se fue, tu estuviste conmigo y yo no pude... hay cosas que siempre nos pesan. Sé que tu enorme coraza de niña fuerte ya no te basta para esconder tu dolor, sé que cada día es pesado por no tener a tu lado a tu gran apoyo, pero sé también que eres de madera fuerte y que no te rindes, que cada día sales al trabajo pensando en el futuro y en lo que vas a hacer con el. Se me van las palabras a estas alturas, cuando más las necesito.

Mamá me dijo en alguna ocasión que el único mejor amigo que vamos a encontrar está en nuestros hermanos y padres; quisiera que ella pudiera ver lo que logramos tú y yo, que tu papá y mi madre pudieran ver a aquellas niñas que después de veintitantos siguen queriéndose como solo se quieren los hermanos y que piensan la una en la otra como aquel faro que desde lo lejos alumbra la vida de la otra.
Te quiero siempre hermana y yo también te necesito, mucho.

Comentarios

Daniela Torres ha dicho que…
hay hermana, se me hace un nudo en la garganta al leer lo que escribes, que de echo es como causa y efecto de ley siempre que empiezo a leer algo tuyo, al ver una publicacion, al leeer el escenario, al hojear a escondidas tus libretas, tienes tanto que decir, que gritar.... te quiero hermana, y se que Yeni esta pensando a diario eso que tu acabas de escribir, te quiero mucho!!, y ve mi blog tambien menza!!
Daniela Torres ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Daniela Torres ha dicho que…
hehe, me quede pensado, que chiquitas nos veiamos, que vulnerables eramos en ese entonces, y ahora miranos, somos todas unas mujeres, fuertes, que aprendimos a vivir de una manera dolorosa, pero aqui estamos al pie del cañon, siempre... que recuerdos aquellos de nuestra infancia, de nuestra adolescenia, ahora nuestra juventud.. ahora nos toca vivir hermana, comernos el mundo, hacer todo lo que siempre quisimos, con resposabilidad, con cuidado, a pasos lentos, pequeñas mordidas al mundo, saborearlo... amar lo que hacemos... te quiero mucho!!!!
Daniela Torres ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Claudia ha dicho que…
Amiga, hoy conocí algo más de ti.
Y la verdad, me pusiste unas lagrimas en mis ojos.

Te quiero mucho, recuerdalo siempre!!!

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