El obligado post de fin de año

En realidad no es obligado, nadie me empuja a ello, es quizá un impulso medio egocéntrico por no quedarme callada, aunque lo que pueda decir no reboce en sabiduría.
Bueno, en realidad este 2010 no fue más especial que años anteriores, pero fue un buen año; no tengo más muertos, el resto de mis dedos están a salvo, nadie en casa usó siquiera un collarín y ya no hay deudas, eso, fue un buen año. Sin embargo no puedo ignorar un aire diferente, un aire que ya no huele a niños en espera de los reyes ni piñata con pulparindos, duvalines o pirulis. Estas navidades no llegan a parecerse a Las Navidades, a La Noche Vieja (sí, con mayúsculas), supongo que era el resultado necesario que secunda todo cambio, supongo también que algo estoy haciendo mal y que nadie tiene la culpa de nada, desaceleré y aquí estoy en la media tarde del último día del año, con una pila de trastes por lavar, los chilaquiles del desayuno y pocas ganas de meter la pierna al horno. Supongo que algo estoy haciendo mal y por eso ya estrené el calendario nuevo, con sus brillantes y pulcros días en blanco, dispuestos a ser llenados de color. Espero que en las hojas de julio a diciembre pueda colgar las fotos del Obelísco argentino, las calles de Montevideo y La Moneda de Chile, espero poder darle un beso a Gloria y bautizar a mi ahijado, tener un trabajo y terminar mi tesis, sin dejar de lado aquel deseo que no vence, que no caduca, que cada año se convence más de su presencia, mi deseo.

No sé quien lea esto, pero quien lo haga reciba de mi lo mejor que puedo desear, que la vida conspire para que puedas lograr todo aquello por lo que luchas y empeñas. Un beso y mi cariño!



Me gustó Obladi Oblada para este fin de año, la vida va.