De las bodas y otros demonios.

Las bodas. Las bodas...
Son muchos y muy variados los motivos por los que me gustan las bodas; son coloridas, mucha gente sonríe, hay flores por todos lados, en ocasiones hay buena música y sobre todo, reina una atmósfera de esperanza y alegría que no se desvanece en algún tiempo. Y es que ya no hablo de fe, sino ¿qué seríamos sin esperanza?.
La última a la que fui no fue tan linda pero bueno, había esperanza y a la última que iba a ir me quedé varada en la Rumorosa por un auto descompuesto
y con muchas ganas de ir porque quiero mucho a mi amigo y porque está loco, así que su boda no fue común. Pero de esto no trata el post, de hecho, no sé a donde va, lo que sí se es que el viernes hay boda y no podré ir.
Este sería mi vestido de poder asistir
La que se casa es una mujercita de piel morena, cuerpo de diosa y mente de sabia. Es muy joven y se le ha venido en
menos de un año el remolino de vientos y aguas que es la adultez. Hemos llorado, reído y cantado en diferentes usos horarios y a horas indecentes, me sacó de un aturdimiento el día que mi cumpleaños fue de corazón roto, le atendí de un mal de amores cuando yo estaba en una boda, escribió mi nombre en una playa de Perú y yo la quiero como hermana postiza. Ese es, linda, el vestido que hubiera usado en la boda a la que costó mucho trabajo, esfuerzo y confianza llegar.
Yo no le puedo decir si el matrimonio es bueno o malo, conveniente o no, hay quienes fracasan y quienes triunfan, quienes desisten y quienes persisten. Lo que sé -lo único que sé- es que cada uno es responsable de ser feliz y hacer del medio algo bello para los dos.
Y nada, que te llevo el obsequio en julio, cuando hagamos otra boda para celebrar ¡que la madrina de tangas no puede quedarse sin festejo!
¡Te amo G!
 ah, les mando foto del pastel de bodas!

Comentarios

Joaquín Antonio ha dicho que…
Mmmmmm...¡Fantástico!

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